08 marzo 2009

Crónica de una muerte anunciada

En 1908, Henry Ford lanzó el Modelo T. Lo denominó el vehículo "para las grandes multitudes, fabricado con los mejores materiales". Aunque venía solamente en un color (negro) y un modelo, el Modelo T era confiable, duro y fácil de reparar. Además, se vendía a un precio que la mayoría de los estadounidenses podían pagar.
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La base del éxito de Ford fue un modelo de negocios rentable. Al mantener un alto grado de estandarización y ofrecer opciones limitadas y piezas intercambiables, la revolucionaria cadena de montaje de Ford reemplazó a los artesanos altamente cualificados por obreros comunes, que realizaban una tarea pequeña con mayor rapidez y eficiencia.
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Esto significó que el tiempo de producción del Modelo T, pasó de 21 días a 4, reduciendo al mismo tiempo en un 60 por ciento las horas laborables. En vista de la reducción de los costes, Ford pudo cobrar un precio accesible a las masas.
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En 1924, el automóvil era ya un elemento esencial en todos los hogares. Ese año, General Motors (GM), presentó una línea de automóviles destinada a crear una nueva era en la industria automotriz. Contrariamente a la estrategia de Ford de producir un solo modelo funcional en un solo color, GM introdujo un "automóvil para todos los bolsillos y para todo propósito". Las fábricas de GM producían toda una gama de modelos de colores y estilos nuevos que cambiaban todos los años.
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"El modelo anual de automovil" creó demanda nueva cuando los compradores comenzaron a optar por la moda y la comodidad. Además, como los vehículos se reemplazaban con mayor frecuencia, también se creó el mercado de los automóviles usados.
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Después del éxito arrollador de GM, Ford y Chrysler adoptaron la fórmula creada por GM, adoptando los Tres Grandes, la estrategia común de lanzar modelos nuevos todos los años y tocar la fibra emocional de los consumidores, creando una gama de estilos para satisfacer las distintas necesidades y los diversos modos de vida.
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Lentamente se fue formando una competencia sangrienta entre los Tres Grandes. Colectivamente, captaron más del 90 por ciento del mercado de automóviles de estados Unidos. Comenzaba el período de dormirse en los laureles.
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Sin embargo, la industria automotriz no se quedó quieta. A finales de la década de los setenta, los japoneses retaron a la industria estadounidense con sus vehículos pequeños y eficientes. Los japoneses alteraron la lógica de entonces, en favor de la calidad a toda prueba, el tamaño reducido y el aprovechamiento del combustible.
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Mientras, los Tres Grandes estaban ocupados en compararse e igualarse entre sí, sufrieron el efecto de un descenso de las ventas de coches, perdiendo la suma de 4.000 millones de dólares. Los expertos de la industria de todo el mundo cuestionaron seriamente su competitividad y su viabilidad a largo plazo. Corría el año 1980....
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Buena Cortesía
Leído éste fin de semana, en el libro; "La estrategia del océano azul"

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